TIERRA DE NADIE
Hace unos días habité en tierra de nadie contigo, preñada de blancos cama, de amarillos patio, de rojos jamón y cafés palabra. Todo gestos y manos y espejo y solos, porque estábamos solos, aunque unidos, porque no hay mayor vínculo que las afinidades como ya Córtazar. Y así ocupamos el hueco de los días, revisando los cuadernos que vomitan por la mañana, pensando finales mejores para la guillotina, como dos idiotas cruzando las calles, con pelusas bailando en los bolsillos y con la ausencia, y mientras, en la cama fría esperaban Céline, Pope, Witgenstein y la Jurado. Y al caer la noche, cada uno con su nana, la mía toda trompeta, la tuya puro sexo, acunándote dulce, casi madre; confesándote que sí, que ya viviendo juntos, que si la tienda cerrada, que ya pongo yo la mesa, que yo prefiero almohada, y que sí, que tú, que tú siempre mañana.
La mosquita.
Thank you j.
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