martes, junio 14, 2005

EN ESTOS CASOS, NUNCA SE ENCUENTRA.



Cuando llega al octavo cigarrillo, se da cuenta de que tiene una idea, vaga y como a pedazos, pero una idea. Así que deja de juguetear con el pincel que tiene entre sus dedos, plim, plam, lo sumerge en rojo. Gira la muñeca, mancha la tela, alza la ceja izquierda como si fuera una tilde. Y así sin más el alrededor desaparece y se queda a solas con la tela.

Y es, entre el décimo y el undécimo, cuando aparece la forma de una mujer, y ya no para, primero un pecho, luego cadera, luego melena y rodillas. Más mojar pincel, una y otra vez, y venga pies, no se cuántos, y más pechos que nacen y mueren, y el sudor en la frente. Hombros, pantorrilla. Que no, que mejor de espaldas, no está seguro, ahora que la mira desde otro lado, mejor enciendo otro pitillo, a ver que pasa. Y le cae la noche encima, pesada, húmeda. Menos mal que las horas de madrugada pasan más deprisa – piensa Juan, el pintor de a ratos- . Y esos ojos que no salen, salen sí, pero no, y otros desiguales, y ahora torpes, y enanos y después de un rato casi tiene las pestañas, y casi el iris, pero qué color, cuál.
Y mientras pinta suspira, con la muñeca en alto. y la mujer cada vez más mujer, y las caderas más caderas, y esa melena que huele, porque juan, el pintor de a ratos, la huele, de eso, no hay duda. Y sus ojos que ya por fin son ojos como dios manda, le miran, hasta le parpadean. Y claro el pintor que piensa que está excitado, porque si no a qué viene el cosquilleo, y el escalofrío en la nuca, y esos labios mordiéndose unos a otros, y el calor, ese calor horrible que alerta sobre lo inevitable, vamos, que juan se excita hasta tal punto, que no puede seguir pintando, porque se ha dado cuenta de que tiene los ojos en blanco y la cabeza ligeramente ladeada, sí, sin duda alguna, esa tía, la del cuadro, le pone cachondo. y se deja llevar porque es verano, y la brisa le pega en la cara, y no se oyen voces, ni nada, y está tan solo, tanto.
Que claro, allí mismo sin mediar palabra, abraza al cuadro, lo tumba, lo pinta con su cuerpo, se embadurna, se pega, se despega, se despeina en rojo, y vuelta y vuelta, ahora es el cuadro quién está arriba y luego abajo y así la noche es menos noche y llega el día. Y juan el pintor de a ratos despanzurrado en el suelo, fuma un cigarrillo, a su lado, está la tela. Que ya no es una mujer, son manchas rojas y no rojas, carmín, pelos, huellas de labios, pestañas, arañazos naranjas, rojos. Y juan mientras apaga el cigarrillo piensa que nunca encontrará un nombre para ese cuadro, si es que es perfecto, es la pasión pura, repite. El arte.


La mosquita Que inspirada entre gazpacho y sandía. Un poquito de color antes de ponerme a trabjar. Muaaaaazzzzz besito imperfecto.

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.