¿NOS RENDIMOS?
Y pensaban, que sería mejor alzar un poco el cuello y dejarse mecer por el traqueteo naranja del tren, que la luz se apagase mientras les envolvían las conversaciones de todos los días.
Y no duele. Ya no duele.
La mosquita
pegada en el techo de un vagón extranjero. uyss, uyss... cerrando sus ojos compuestos sin entender nada.
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