LA IMPORTANCIA DE LA S
Siete de la tarde. Sol en la espalda. A la derecha, coches que bajan moviéndonos el pelo. A la izquierda paredes deshechas de tanto cartel. A nuestros pies, el suelo.
Éramos tres, tirando de un domingo cualquiera.
De repente, al cruzar la calle, una negra visiblemente afectada, grita desesperada al móvil. Vocifera. Suponemos que está enfadada. Después de ver como maltrata la acera con una de sus plataformas rojas repetidas veces, no dudamos. Está disgustada. Al acercarnos oímos que también insulta, y lo sabemos porque lo hace en español. Sin decirnos nada, ralentizamos el paso, y uno...y... dos... y.... Dice cosas terribles, subraya con los ojos, con las manos hasta con las uñas corvas, largas, lilas. Añade a eso una melenaza encrespada y un gesto ceñudo, sabiendo además que en ese preciso callejón nunca solía nacer el sol. Aquella mujer daba miedo.
Hasta que de repente, de la retahíla de palabrotas se destaca una. Eres un “Gilipolla” (...) Sí has oído bien ( pausa significativa) "Gilipolla".
Como antes, aceleramos sin decirnos nada. Absoluto silencio durante tres segundos. Después uno de los tres repite el vocablo como pensando en alto: Gilipolla.
Y rompemos a reír. -ya digo que era un domingo cualquiera-,Y es que sin darnos cuenta descubrimos que era imposible decir gilipolla sin que se produjese la risa inmediata. En el mismo momento en que uno pronuncia dicha palabra pierde el poco carácter ofensivo y vejatorio que tiene. Adiós, pierdes lo poco ganado.
Y pensamos, jum, pobre mujer del callejón sin sol. nunca una s fue tan importante.
La mosquita
Revoloteando con amigos que hace tiempo que no veía. Riéndonos por cualquier cosa. Disfrutando bzzzzz
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