jueves, noviembre 25, 2004

El TIEMPO A DESTIEMPO

Al principio me resultó asombroso y divertido, pensé que un fallo en el mecanismo, que un olvidarme de darle cuerda, o tal vez una señal- que le voy a hacer manías del viajero, obsesión por los subtítulos- pero aquello ya duraba una semana y todo igual, y es que en mi salón, lo mismo era la una, que en un par de minutos las seis, que a la media hora las dos, que luego las nueve y al otro rato las nueve otra vez. Pero sólo en mi casa, porque si en la calle las malas caras de la mañana, los tranvías y el café, en mi casa, mediodía y al segundo y medio, la luna en la ventana. Y sinceramente, era un desconcierto, porque no habíamos acabado la copa de vino ni la sopa estaba fría, cuando mi mujer y yo corríamos a por el pijama y las caricias de tierno rigor y cuando casi arrebato y casi cigarro, el despertador y marcas de sábanas en la cara, y cuando ya duchado y desayunado con las llaves en la mano, de nuevo la bruma de la noche y otra vez pijama y ya claro ni arrebato ni ganas.
Lo peor era cuando las horas tontas se quedaban en los huecos y pesaban. Y eran las siete y media y luego las siete y media otra vez. Si al menos primavera, pero era tiempo de castañas y de guantes y lo que menos apetecía era dar un paseo porque en la calle, la noche helada y sólo el eco de las botellas y gritos y barrenderos y putas. Así que al final hablamos durante toda la siesta y durante la noche y parte del mediodía y a la hora del café y un poquito de madrugada y durante un poco de noche otra vez y entre los dos decidimos que mejor en casa, que por qué no jugar que decidir, que más distraído el dejarse llevar. Y entonces llamamos a los amigos y luego vinieron conocidos y no se cómo se corrió la voz, pero que cada día en el portal, colas de mil personas, buscando el otro tiempo que a destiempo, el sin sentido, ese apetito ansioso por trastocar la rutina, en fin, la ruleta rusa. Lo único que nos preocupa a mi mujer y a mí es que somos nuevos en el barrio, y claro con tanto trajín no se que van a pensar los vecinos.
La mosquita.

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