y burrum burrum nos confundimos de carretera pero no importa porque ventanillas bajadas y melenaza al viento, y el sol, claro un sol naranja de los que te hace sonreír con los ojos. Pum de repente la salida correcta y aparcamiento. Ponemos las ocho piernas en el suelo. Nos reímos. sip , somos ocho exultantes sonrisas sip, y el pelo nos brilla y los pómulos de rojo subido, ji y es que vamos a ver a JAMES BROWN
y entramos en el recinto y que lo paséis muy bien, nos dice el de la taquilla, y más subidón. Andamos por un caminito hasta llegar al velódromo. Bien. Nos paramos y oteamos.En mitad, un césped improvisado y pies descalzos, y gradas, ni muchas ni pocas, perfectas, y una orquesta que toca a lo glen miller para no desperdiciar la casi noche que ya llega. Y como no, el escenario y los tíos buenos con camisetas a rayas vestidos con arneses, trepando con las piernas, superando focos. bufff. necesito una cerveza fría. Al final son dos minis y un bocata de queso, un puntito prosaico para esta velada distinguida.
Charlamos mientras oscurece, fumamos, comemos con la mirada a un par de elementos con camisetas grises, que no apartan la vista ji. Mi amigo cree que son demasiado blandos, le digo que cómo van a ser blandos, con esos ojazos color hielo. Antes de que lleguemos a alguna conclusión, alguien me zarandea del brazo, y suelto el pero bueno cómo tu por aquí, risas, abrazos, te presento, ya te conozco, ah no me acordaba, toma mini, que si aún no han salido las estrellas que qué pena, que te veo felíz y plssssssss, de repente un golpe de charles hace que se deshaga la última frase que alguien me dice, y al instante somos un campo de brazos, y de melenas que se agitan y de alaridos claro.
Entra la formación.
Todos veteranos.
James no se sentirá sólo.
Un señor de barbas vestido como el portero del palace, se acerca al público y carraspea la guitarra. Los pelos de punta.
Sorprende el señor bajito que se esconde detrás de la batería blanca, que parece que toca pero no toca.
Luego el bajo, el batería, el saxo, la trompeta, y el presentador salido de un espectáculo de LAS VEGAS, y su are you ready for JAMES BROWN?, are you ready? Lo repite tantas veces, que dudo de que el pobre James Brown siga vivo. ( Imagino que en el backstage se vive un drama, y que el equipo personal de médicos del ídolo negro, le está reanimando, primero con un masaje cardíaco, después con placas de desfibrilización, imagino también que un cura cruza el escenario corriendo con biblia y todo, lo comento, nos reímos).
De repente, un destello rojo refulge en el escenario. Es ÉL no hay duda. Pelazo a lo sesenta, chaqueta con flecos y sonrisa piano. Jaja vuelta y vuelta y dame un guiropa y sex machine y las tres negras que son pura cadera y pechos y meneos incontrolables. Y James Brown que no se lanza contra el suelo pero que igual porque es puro funky, y te hace moverte a pesar de sus setenta y pico. Se limpia con un pañuelo que tiene bordado su nombre.
Es la estrella no cabe duda.
Y le gritamos su nombre para animarle, para que sepa que siempre tendrá público, que puede hacer lo que quiera con nosotros, que a sus pies, que a su pelazo, que a sus lentejuelas y a sus cientos de capas estrambóticas, que sip, que puro azúcar, que vida intensa.
Qué pedazo concierto, vamos
La mosquita.
Suda que te suda, como una polilla rondando un flexo. Recobrando fuerzas, estirando patitas, tratando de que este lunes sea un poquito como el sábado. Ji. Muazzz moviendo caderas
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