lunes, enero 31, 2005

OTRAS PRIORIDADES

La mujer que limpiaba en su casa, se lo confesó mientras sacaba la ropa de la lavadora, en ese instante supo que aquella mujer iba a contarle algo importante, porque poco después de enderezarse, se recogió el mechón que le caía entre las cejas y arrugo un poco la nariz como hacía siempre que estaba nerviosa. La observó un momento y pensó que se sentiría mejor si le decía que se sentara, pero no lo hizo, dejó que se lo contara de pie, con el cesto de la ropa descansando en una de sus caderas, las manos ligeramente hinchadas y los calcetines bajados. Allí mismo se dio cuenta de lo repugnante que le resultaba estar a su lado, y sin poder evitarlo comenzó a imaginársela desnuda. En seguida se avergonzó de sentirse asqueado y le sonrió con ternura. La mujer le devolvió la sonrisa, suspiró profundamente y le contó aquello que desde el viernes había cambiado su vida. Por lo visto sucedió de noche, ya cenados, justo después del polvo conyugal, entre la segunda y la tercera pitada de cigarrillo, justo entonces, notó un calor terrible entre las piernas y claro las separó asustada, y su marido sin hacer nada, sólo dormía, y más calor y más luz y se miró entre medias y se quedó sin palabras, porque de repente vio que sí, que era ella, era la virgen, que se le había aparecido allí mismo, en su sexo, y una paz inmensa y una satisfacción increíble, y la luz atravesó las ventanas y algo le dijo que no recuerda, pero igual porque milagro, milagro. Y ahora todos los viernes después de cenar, un montón de vecinos vienen en procesión para ver con sus propios ojos esa aparición tan singular y que ya no puede atender la casa, que entiéndalo, que qué le vamos a hacer. Otras prioridades.

La mosquita
Que hoy no quiere trabajar.

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